Es increíble el nivel de cinismo a los que puede llegar un tipo que se presta a representar el papel de "pelele" con tal de aferrarse al poder, no importan las faltas de respeto a la inteligencia de los mexicanos, no importa echar por la borda décadas de trabajo de un cuerpo diplomático que, en otros tiempos, hacía gala de buen oficio, producto de una bien cimentada política exterior, y que ahora los gobiernos panistas rayan en el mas lamentable ridículo al pretender engañar a inversionistas extranjeros, como si los dueños del capital internacional no tuvieran centros de estudios económicos de primera línea.
Seguramente el "presidente del empleo" piensa que (si es que piensa), siguiendo la receta de falsear cifras, como aquella de la encuesta de GEA, en que supuestamente ya superaba a AMLO en la intensión del voto, puede cambiar la desastrosa realidad económica del país.
He aquí un ejemplo:
Las cifras “optimistas” del “presidente del empleo”
¿De donde sacarán los usurpadores su "cacareada" recuperación?, para mi que se "inspiran" en la infinita sabiduría de los publicistas, con eso de que "todo se reduce a un problema de percepción". Hace tiempo, a mediados del siglo pasado, existía un torero español apodado ºCagancho" que decía que para ser torero primero había que parecerlo, pero eso era en el ámbito del arte de la tauromaquia, en el ámbito de la ciencia política el padre de la misma Nicolás Maquiavelo decía que elemento indispensable para la política es el conocimiento de la realidad, nadie mejor que Carlos Fernández-Vega, el analista de economía del periódico La Jornada para encargarse de exhibir la mendacidad enfermiza de Felipe Calderón.
México S.A.
· Calderón se lava las manos
· Avienta la pelota a la IP
· Al globero se le pasó la mano en eso de inflar cifras
Durante su campaña electoral se le hizo fácil utilizar hasta el exceso uno de los lemas ideados por el publicista carca que importó de la madre patria (léase presidente del empleo); ya sentado en Los Pinos explotó ese eslogan durante dos largos años, porque él sí sabía cómo hacerlo, aunque la realidad lo desmintiera cotidianamente; al reconocer oficialmente la crisis externa y su impacto en el ámbito laboral, en octubre de 2008, guardó la célebre frase bajo quince candados; en 2009 la mantuvo en el congelador, y ahora que México –según dice– ya salió de la ruta de deterioro, Felipe Calderón (en una versión renovada del y yo por qué foxista) sencillamente se lava las manos y echa la pelota –o la culpa, si se prefiere– a la iniciativa privada en eso de generar empleo formal en el país.
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