sábado, 11 de septiembre de 2010

Las mentiras del World Trade Center


El 11 de septiembre de 2001 el terror sacudió el corazón de Occidente. Las Torres Gemelas de Nueva York reducidas a escombros y el Pentágono seriamente dañado fueron las imágenes del peor ataque sufrido por los Estados Unidos en sus más de doscientos años de historia.

Los atentados del 11 de septiembre de 2001 (comúnmente denominados como 9/11 en el mundo anglosajón y el 11-S en España y Latinoamérica), fueron una serie de atentados suicidas que implicaron el secuestro de cuatro aviones de pasajeros por parte de 19 miembros de la red Al-Qaeda. Se dividieron en cuatro grupos de secuestradores, cada uno de ellos con un piloto que se encargaría de conducir el avión una vez ya reducida la tripulación de la cabina. Los dos primeros aviones fueron el Vuelo 11 de American Airlines y el Vuelo 175 de United Airlines que fueron estrellados contra las Torres Gemelas del World Trade Center, un avión contra cada torre, haciendo que ambas se derrumbaran en las dos horas siguientes. El tercer avión secuestrado fue el Vuelo 77 de American Airlines que impactó contra la esquina del Pentágono en Virginia. El cuarto avión, que habría sido el Vuelo 93 de United Airlines, no alcanzó ningún objetivo ya que los pasajeros y tripulantes intentaron recuperar el control y, debido a eso, se estrelló en un campo abierto, en Shanksville, Pensilvania.

Aparte de los 19 secuestradores hubo unas 2.973 personas fallecidas confirmadas y unas 24 continúan desaparecidas como consecuencia de los dichos atentados.

Este atentado se caracterizó por el empleo de aviones como armamento, creando una situación de temor mayor en todo el mundo occidental y dando comienzo a la Guerra contra el terrorismo.

Los atentados del 11 de septiembre del 2001 fueron descritos por el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas como “horrendos ataques terroristas”.

Hipótesis conspirativas

Desde que se produjeron los atentados han surgido varías hipótesis a las que se suele agrupar bajo la denominación de teorías conspirativas, que sostienen que las conclusiones alcanzadas en la investigación oficial no resultan consistentes con los hechos.

En general, en estas teorías se cuestionan la posibilidad de que un Boeing 757 hubiera embestido contra el Pentágono; que las Torres Gemelas o la Torre Nº 7 del World Trade Center hubieran podido derrumbarse como lo hicieron a raíz del impacto de los aviones, y no como consecuencia de la colocación de cargas explosivas, en una demolición hecha a control remoto; que en el vuelo 93 de United hubiera existido un enfrentamiento entre los pasajeros y los terroristas. Por lo general estos autores afirman haber encontrado incongruencias que ponen en duda toda la versión gubernamental. Algunas de las supuestas inconsistencias que los críticos mencionan serían el hecho de que, en teoría, era imposible que un avión pudiera acercarse al Pentágono sin accionar las defensas antiaéreas o que el FBI hubiese localizado el pasaporte intacto de uno de los terroristas dentro de los restos humeantes del World Trade Center. Otras incongruencias están basadas en las irregularidades económicas acaecidas, antes, durante y después de los atentados.

En cuanto a los autores, algunas de estas teorías sostienen que algunos miembros del gobierno de los Estados Unidos conocían los planes de atentar contra las torres gemelas pero no hicieron nada para impedirlos. Otras llegan incluso a acusar directamente al propio gobierno de Estados Unidos de planear y ejecutar los atentados.

Uno de los más acérrimos críticos es el profesor estadounidense David Ray Griffin, autor del libro Desenmascarando el 11-S donde hace un análisis punto por punto de los hechos ocurridos el 11 de septiembre de 2001. Griffin afirma haber encontrado al menos 115 fallos lógicos graves en la versión “oficial” de los atentados.

Más allá de la traición

El 11 de septiembre de 2001 cambió el mundo. El tiempo ha demostrado que las guerras contra Afganistán e Irak nada tenían que ver con lo acontecido aquel fatídico día, ni con las armas de destrucción masiva. Todos se han cuestionado cómo el país con el mejor sistema de defensa aérea jamás conocido pudo fallar 4 veces el mismo día.

Otras interrogantes que levantan sospechas son:

¿Por qué tardó el gobierno de los EE.UU. más de 400 días en abrir la investigación para tratar de esclarecer el acto criminal más grave en su historia? ¿Por qué el gobierno destinó menos dinero que para investigar el escándalo “Lewinsky”? ¿Por qué nunca se habló de las prácticas militares que se llevaban a cabo el 11 de septiembre y que tenían a toda la fuerza aérea del nordeste desplazada de sus bases, dejando unos pocos aviones para defender una amplia zona del territorio, incluida la capital? ¿Qué sabemos hoy acerca de los cientos de ingenieros civiles, físicos, químicos, miembros del ejército, pilotos, familiares de víctimas, artistas y periodistas que llevan años reclamando la reapertura de la investigación?

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