Acuerdos SME-bucareli
Acaba huelga de hambre; promete SG toma de nota
- Pacto verbal de alto nivel para agilizar el trámite
- Firman convenio de 3 puntos; seguirá negociación
Periódico La Jornada
Sábado 24 de julio de 2010, p. 2
El pacto entre el gobierno federal y el Sindicato Mexicano de Electricistas (SME) fue sellado en los últimos minutos del jueves con un apretón de manos y una foto entre el recién nombrado titular de la Secretaría de Gobernación (SG), José Francisco Blake Mora, y el dirigente del gremio, Martín Esparza, quien salió del despacho principal de Bucareli prácticamente con la toma de nota bajo el brazo para él y su grupo, con base en un acuerdo verbal de alto nivel hacia el reconocimiento oficial a su gestión.
Se entiende que Blake sólo transmitió una decisión del presidente Felipe Calderón. Y así se encargó de hacérselo saber a su interlocutor, pues justo al momento del avance en la negociación comunicó a los dirigentes sindicales la buena voluntad del mandatario para encontrar opciones de solución al conflicto que se ha prolongado más de nueve meses, luego de la extinción de Luz y Fuerza del Centro (LFC).
El problema laboral en el centro del país, que ha transitado por juzgados y llegado a la Suprema Corte de Justicia de la Nación, encontró una vía de arreglo mediante un acuerdo político, del cual fue testigo el secretario del Trabajo, Javier Lozano Alarcón, quien había estado sentado en una antesala del palacio de Covián, donde se afinó el avance.
El compromiso inicial del gobierno fue reconocer como dirigentes a las 26 personas que Esparza presentó como integrantes del comité central del SME.
De acuerdo con la versión que circuló tras esa reunión, el aporte de los sindicalistas fue el demandado por el nuevo funcionario: confíen en mí. Vine a resolver a nombre del Presidente de la República.
“Ellos, los funcionarios de Gobernación, nos dijeron: ‘démonos una señal de distensión’”, reveló un líder sindical presente en la sesión de casi seis horas, en cuya última parte, ya con la presencia de Lozano, se estampó en una hoja tamaño carta la firma de los funcionarios y el dirigente sindical.
En la formalidad del papel, tres puntos que significan reconocimientos sin precedente y compromisos mutuos. Y, en los mensajes verbales de ida y vuelta dichos durante las últimas horas de la noche del jueves, varios pactos sellados sólo con la palabra de honor.
En el terreno de la buena voluntad, se delineó el sí a la toma de nota a cambio de levantar la huelga de hambre que ayer habría cumplido 90 días.
A los funcionarios les interesaba que esa forma de protesta se levantara de inmediato, y así se plasmó en el punto dos del acuerdo escrito en una hoja membretada con el logotipo de la SG.
Es decir, evitar el agravamiento de la salud de los huelguistas y, en respuesta, se agilizarían los trámites para el reconocimiento a los líderes identificados con Esparza, la misma toma de nota que negó el año pasado la dependencia encabezada por Lozano.
Luego, con el cumplimiento de la palabra empeñada por ambas partes, con los guiños de la confianza mutua podrían estudiar, ahora sí, las propuestas centrales de los electricistas para obtener alguna forma de reinserción laboral.
Fueron casi seis horas de negociación. Primero, directa entre los líderes sindicales con Blake, quien recibió de los dirigentes una explicación fast track de su postura acerca del conflicto. El funcionario escuchó con atención y, en línea directa con el Presidente, manifestó su voluntad de encontrar opciones distintas a las que planteó su antecesor.
Pero a medio camino, justo minutos antes de las nueve de la noche, los representantes del SME consideraron que no habría ninguna novedad ni propuesta que acercara los intereses de ambas partes y decidieron retirarse de la mesa. Minutos después se les pidió esperar una contrapropuesta. Blake salió de Gobernación por poco menos de una hora y, al regreso, con el compromiso de agotar el tema de la toma de nota, empezó la recta final, que concluyó con el acuerdo de tres puntos.
Los funcionarios pidieron a Esparza ir de inmediato al Zócalo a empezar la urgente negociación solicitada, ahora con sus 14 compañeros en huelga de hambre.
Blake, el subsecretario de Gobierno, Roberto Gil, y el propio Lozano permanecieron en Bucareli. La orden presidencial era muy clara: asegurarse de que el ayuno colectivo sería levantado.
Así, con los reportes puntuales de los enviados de Gobernación al Zócalo, llegó la cena a Bucareli.
Esparza, en tanto, a unos cuantos kilómetros, hacía lo suyo, cumplía compromisos y distensaba. Los funcionarios pedían pormenores, fotos, audios, imágenes de los hechos difundidas en varios sitios de Internet. Pruebas de que los huelguistas, salvo Cayetano Cabrera, que optó por atención privada, ya estuvieran en manos de los médicos del Seguro Social.
Se levantó la huelga, informaron a Blake minutos después de las tres de la mañana. Una hora después, el secretario, oriundo de Baja California, abordó su camioneta y salió rumbo al hotel en que pernocta. La tarea estaba hecha.
Las alternativas de solución, las del papel membretado y las de buena voluntad que pidió Gobernación al SME estaban en marcha.
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