Comité Cerezo México, 11 años acompañando la lucha del pueblo
por Comité Cerezo México
Debemos aportar nuestro esfuerzo cotidiano para que nuestro pueblo, del cual somos parte, logre sus objetivos de libertad y de justicia, condiciones indispensables para construir y materializar ese concepto que la humanidad ha llamado Paz.
Este año ha sido especial para todos los que integramos el Comité Cerezo México, para todos nuestros colaboradores y para todas las organizaciones y personas solidarias que nos han acompañado, porque el trabajo que hemos realizado de manera colectiva con todos ustedes durante estos 11 años se ha visto reconocido con el Premio Alemán de la Paz de Aquisgrán 2012.
Este reconocimiento nos anima y nos compromete a seguir trabajando con la misma entrega e intensidad por el cumplimiento real de todos los derechos humanos de nuestro pueblo y en nuestra labor de acompañar los procesos organizativos que él mismo impulsa a favor de la construcción de una sociedad donde no imperen los intereses de un número reducido de empresarios y políticos por sobre el bienestar social de la gran mayoría de la población.
Este Premio de la Paz de Aquisgrán es tan importante como el reconocimiento de las personas con las que trabajamos y como la solidaridad que sostiene el trabajo de todas nuestras áreas y proyectos. Reconocimiento y solidaridad que traducidos en trabajo concreto nos ha permitido seguir solidarizándonos con más personas y organizaciones que han sido víctimas de la represión del Estado mexicano.
Este premio nos da la oportunidad de hablar sobre un tema actual en nuestro país: la guerra actual que padecemos y la Paz que anhelamos y construimos.
Nosotros afirmamos que en nuestro país, desde hace muchos años no conocemos la Paz, su ausencia es notable cuando conocemos que existen niños que mueren de desnutrición y enfermedades curables, cuando nuestros ancianos mueren en la miseria y en el abandono, cuando nuestros campesinos son despojados de sus tierras; no podemos decir que vivimos en paz cuando hay millones de adultos en el desempleo o en el trabajo informal, millones de jóvenes sin empleo y sin posibilidad de seguir estudiando; la Paz no es posible con salarios mínimos de 62 pesos diarios cuando el kilo de huevo cuesta 45 pesos, con millones de personas sin acceso al agua, a la salud, etc.
Hoy, personas, intelectuales y organizaciones que luchan contra el neoliberalismo nos dicen que la Paz social en México se terminó desde que se impuso este modelo a mediados de los años 80, pero si ejercemos nuestro derecho humano a la memoria, encontramos personas, intelectuales y organizaciones que ya luchaban desde antes de la imposición de esta política económica contra el capitalismo, lo que nos recuerda que la Paz en este sistema social sólo existe para ese 1% que nos domina.
Cuando hablamos de que estamos en Paz no debería ser por que no sentimos la guerra o porque ésta no nos ha alcanzado por que vivimos en estos oasis de supuesta Paz que se construyen a costa de la guerra en contra de todos los demás.
Hoy, en nuestro país, estamos viviendo una guerra cada vez más palpable y más visible; la imposición de la política neoliberal de la clase dominante necesita crear las condiciones materiales y psicológicas para profundizar esta guerra. De hecho la profundización del neoliberalismo en México, sobre todo en su última etapa, ha profundizado también lo que hemos denominado, desde 2009, guerra contra el pueblo, contra sus organizaciones y contra sus dirigentes: una guerra de control social y de contrainsurgencia.
Hoy, en nuestro país, estamos viviendo una guerra cada vez más palpable y más visible; la imposición de la política neoliberal de la clase dominante necesita crear las condiciones materiales y psicológicas para profundizar esta guerra. De hecho la profundización del neoliberalismo en México, sobre todo en su última etapa, ha profundizado también lo que hemos denominado, desde 2009, guerra contra el pueblo, contra sus organizaciones y contra sus dirigentes: una guerra de control social y de contrainsurgencia.
A partir de 2006, con el inicio del gobierno ilegítimo de Calderón, una nueva estrategia paramilitar fue desarrollada de manera acelerada, tanto que hoy, podemos afirmar que la lógica de la guerra que nos impusieron se ha arraigado en amplias regiones geográficas del país haciendo evidente la lucha por el control territorial y ha cobrado ya miles de víctimas, tantas que tal vez por eso el gobierno federal ha dejado de contarlas.
También es cierto que otros componentes de esta guerra se han agudizado en este último sexenio: las reformas estructurales que tanto nos mencionan y que incluso el nuevo gobierno amenaza con hacer legales, se han aplicado poco a poco en detrimento de los derechos humanos de la mayor parte de la sociedad: reforma energética, reforma laboral, reforma del seguro social…esas reformas son tan mortales como las balas y los operativos policiacos-militares de amarga fama.
Mucha gente no sentía esta guerra, le parecía ajena, creía que sólo sucedía en otros lados y contra los delincuentes de los que habla el Estado mexicano, pero esta guerra y su lógica se profundiza y se amplia, por lo que cada día involucra a nuevos segmentos sociales, sobre todo como víctimas de la misma, por eso más gente se está dando cuenta de que no es un guerra contra los delincuentes, y de que es una guerra que se realiza, también, en nuestra colonia o comunidad.
Todo lo que hemos mencionado es la razón por la cual la lucha por la Paz, que implica la construcción de la misma, se debe tornar más amplia en sus manifestaciones y en sus formas. Día con día surgen nuevos esfuerzos organizativos que denuncian los efectos negativos de esta guerra impuesta por la clase dominante: la lucha de las organizaciones de familiares de víctimas en general; de víctimas de la ejecución extrajudicial, de la desaparición forzada y por la libertad de los presos por motivos políticos, por la defensa de los defensores de los derechos humanos; luchas en defensa del territorio, del agua, de la tierra, de los ríos; luchas de reivindicaciones laborales, contra el alto cobro de la luz y muchas otras.
Todas estás luchas, incluso si no se reconocen a sí mismas, son luchas por la Paz, y son tan diversas como diversos son los sectores sociales afectados y diversos también son sus métodos. Consideramos que sería un grave error tratar de imponer un sólo camino para construir y luchar por la Paz, o pretender ser jueces que otorgan certificados de validez a esta lucha.
Debemos tener siempre presentes que ese papel ya lo hace el Estado, quien se considera el único Juez que condena luchas y las reprime o que las califica como buenas y respetuosas de las instituciones; el único que, a través de las empresas de comunicación masiva, estigmatiza la protesta social, al mismo tiempo que favorece a las empresas beneficiadas por el neoliberalismo; su papel y no el nuestro, es el de acusar a las víctimas de ser las culpables o responsables de la represión e incluso de provocarla, (idea tan extendida hoy en el seno del movimiento social).
Bienvenida entonces la diversidad de las luchas por la Paz que hoy se desarrollan en el país, bienvenidos todos al esfuerzo por construir una Paz fundada en el respeto irrestricto a todos los derechos humanos; bienvenidos los esfuerzos sinceros de construir la unidad de lo diverso para acabar con esta guerra y su lógica que nos afecta a todos, junto a todos ellos caminaremos como organización como lo hemos venido haciendo desde hace once años, siempre críticos pero siempre con entrega total y con pasión, con la certeza de que si el Estado decide atentar contra nuestra vida, la de nuestras familias o la de nuestros colaboradores o amigos, él será el único responsable.
Por último, los invitamos a caminar con nosotros, convencidos de que debemos aportar nuestro esfuerzo cotidiano para que nuestro pueblo, del cual somos parte, logre sus objetivos de libertad y de justicia, condiciones indispensables para construir y materializar ese concepto que la humanidad ha llamado Paz.
Comité Cerezo México
«Porque ser defensor de derechos humanos no es sinónimo de terrorista»
«Porque ser defensor de derechos humanos no es sinónimo de terrorista»
Agosto de 2012
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