sábado, 7 de diciembre de 2013

HOMENAJE POR NELSON MANDELA




HOMENAJE POR NELSON MANDELA

 A TODOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN PRESENTE “UN MINUTO DE SILENCIO EN MEMORIA El que suscribe el SR. WILNER METELUS, Presidente del Comité Ciudadano de Defensa de los Naturalizados e Afromexicanos, se les hace una cordial invitación en el Ángel de la Independencia, en memoria de la muerte de Nelson Mandela que fue uno de los grandes defensores de >> derechos humanos del siglo XX y XXI así mismo contaremos contestimonio de algunos defensores de derechos humanos de varios países, los cuales viven en México.
NELSON MADIBA MANDELA es una persona que inspiro todo el mundo que paz es posible sin guerra. Su inspiracion affecto todo el mundo y he traido cambios como vivimo entre gente de diferentes raises. Todos estan invitado para celebrar una vida tan grande. Vamos a unirnos. Trai mantas con mensajes escritos por jovenes, estudiantes, adultos y todos en recuerdo de Nelson mandela. Digamo que su ejemplos y su vision viva para siempre. FAVOR DE INVITAR TODO TU AMIGOS EN TU LISTA A ESTA GRAN EVENTO Hacemos de su conocimiento que solicitamos su presencia para llevar a
cabo este evento que celebrará el día sabado7 de diciembre de 2013 a las 15:00p.m.  SUSCRIBEN LA CONVOCATORIA IZQUIERDA VERDE, COMITÉ MEXICANO CONTRA EL APARTHEID, PPS, MORENA,COMITÉ DE DEFENSA NATURALIZADOS Y AFROMÉXICANOS  PRD, PT, PRT, POS, LTS, ASOCIACION BINACIONAL MIGRANTES DE AZTLAN,FAU MEXICO,  BRUJULA CIUDADANA, SOCIALDEMOCRATAS DE IZQUIERDA AC

LIBRO ABIERTO DE CONDOLENCIAS:
EMBAJADA DE SUDAFRICA ANDRES BELLO 10 METRO AUDITORIO

Fidel y Mandela en Matanzas (Cuba), el 26 de julio de 1991. Foto: Liborio Noval

Mensaje de Gerardo por el fallecimiento de Nelson Mandela


Nelson-MandelaDespués de varios días de permanecer Gerardo en lockdown pudo llamar casualmente en el momento de conocer la triste noticia del fallecimiento de Nelson Mandela y dedicó este breve mensaje con los pocos minutos de comunicación.
Mensaje del Héroe de la República de Cuba, Gerardo Hernández Nordelo por el fallecimiento de Nelson Mandela.
Quienes dedican ilimitados recursos a borrar y reescribir la historia, y lo tuvieron en sus listas de “peligrosos terroristas”, hoy sufrirán de amnesia colectiva.
Quienes lo agraviaron negándole un homenaje en la Ciudad de Miami, por abrazar a Fidel y agradecer la ayuda de Cuba a África, hoy tendrán que callar avergonzados.
Los Cinco seguiremos enfrentando cada día la injusta prisión -hasta el final- inspirados en su ejemplo de lealtad y resistencia.
¡Gloria eterna al gran Nelson Mandela!
Gerardo Hernández Nordelo
Prisión Federal de Victorville, California
Diciembre 5 de 2013

Luchar contra el racismo donde sea y bajo cualquier disfraz que se presente: Nelson Mandela

Nelson Mandela *
news_photo_42750_1378145008Su majestad, el rey. Su alteza real, estimados miembros del Comité Noruego del Nobel, honorable primer ministro, señora Gro Harlem Brundtland, ministros, miembros del Parlamento y embajadores, compañeros galardonados, señor F. W. De Klerk, distinguidos invitados, amigos, damas y caballeros.
Quiero extender un agradecimiento de corazón al Comité Noruego del Nobel por acogerme como ganador del Premio Nobel de la Paz.
Quisiera aprovechar esta oportunidad para felicitar a mi compatriota y también galardonado, presidente F. W de Klerk, quien recibe conmigo este alto honor.
Juntos nos hemos unido a dos sudafricanos distinguidos; el fallecido Albert Lutuli, y su santidad, el arzobispo Desmond Tutu, cuyas fundamentales contribuciones a la lucha pacífica contra el maligno sistema del apartheid fueron justamente premiados por ustedes al concederles el Premio Nobel de la Paz.
No sería presuntuoso de nuestra parte si también añadimos, de entre nuestros predecesores, el nombre de otro notable ganador del Premio Nobel de la Paz, el asesinado reverendo Martin Luther King Jr.
Él también luchó y murió sin cejar en el empeño de hacer una contribución para encontrar una solución justa a algunas de las grandes interrogantes que hoy enfrentamos los sudafricanos.
Hablamos aquí del reto de las dicotomías de la guerra y la paz, la violencia y la no violencia, del racismo y la dignidad humana, la opresión y la represión, la libertad y los derechos humanos, la pobreza y liberación de los que padecen carencias.
Nos encontramos hoy aquí como nada menos que representantes de millones de los nuestros que se han atrevido a levantarse contra un sistema social cuya esencia misma es la guerra, la violencia, el racismo, la opresión, la represión y el empobrecimiento de un pueblo entero.
También me encuentro aquí como representante de millones de personas en todo el globo: el movimiento antiapartheid, los gobiernos y organizaciones que se han unido con nosotros, no para combatir a Sudáfrica como país ni a ninguno de sus habitantes; sino para oponerse a un sistema inhumano y exigir el fin inmediato del crimen contra la humanidad que es el apartheid.
Esos incontables seres humanos, tanto dentro como fuera de nuestro país, tuvieron la nobleza de espíritu de impedirle el paso a la tiranía y la injusticia sin buscar una ganancia egoísta. Reconocieron que el daño contra uno es un daño contra todos, y por lo tanto, actuaron unidos para defender la justicia y la decencia humana fundamental.
Gracias a su valor y persistencia de muchos años, hoy podemos, incluso, prever la fecha en que toda la humanidad se reunirá para celebrar una de las más notables victorias humanas de nuestro siglo.
Cuando llegue ese momento, nos regocijaremos juntos por la victoria común sobre el racismo, el apartheid y el mandato de la minoría blanca.
Ese triunfo finalmente cerrará una historia de 500 años de colonización en África que comenzó con el establecimiento del imperio portugués.
De la misma forma, quedará marcado un gran paso hacia adelante en la historia que servirá como consigna común a los pueblos del mundo para luchar contra el racismo, donde quiera que ocurra y bajo cualquier disfraz que se presente.
En la punta sur del continente de África, se prepara una hermosa recompensa, un regalo invaluable que llegará a aquellos que sufrieron en el nombre de la humanidad y que sacrificaron todo por la libertad, la paz, la dignidad humana y la justicia entre los hombres.
Esta recompensa no se medirá en dinero, ni podrá valuarse con el precio de los metales raros y piedras preciosas que reposan en las entrañas de la tierra africana en la que permanecen las huellas de nuestros ancestros.
Se medirá con la felicidad y el bienestar de los niños que son, al mismo tiempo, los ciudadanos más vulnerables de cualquier sociedad y uno de nuestros mayores tesoros.
Estos niños podrán, al fin, jugar en el campo ya sin sufrir la tortura del hambre y la enfermedad, ni amenazados por la escoria de la ignorancia y el abuso, ni tendrán ya que involucrarse en actividades cuya gravedad excede las demandas que corresponden a su corta edad.
Ante esta distinguida audiencia, nos comprometemos a que la nueva Sudáfrica luchará sin tregua en lograr los propósitos definidos en la Declaración Mundial sobre la Sobrevivencia, Protección y Desarrollo de los niños.
La recompensa de la que hablamos también se medirá con la felicidad y bienestar de las madres y padres de estos niños, quienes vivirán sin el temor de ser robados, asesinados por motivos políticos o monetarios, o humillados porque son mendigos.
Ellos serán liberados de la pesada carga de la desesperación que llevan en el corazón, surgida de la pobreza, el hambre y el desempleo.
El valor de ese regalo es para todos aquellos que han sufrido, deberá y será medido con la felicidad y bienestar de los ciudadanos de nuestro país que derribará los muros inhumanos que los dividen.
Estas grandes masas darán la espalda al grave insulto contra la dignidad humana que definió a algunos como amos y a otros como sirvientes, y transformó en depredadores a aquellos cuya sobrevivencia dependía de la destrucción del otro.
El valor de nuestra recompensa compartida deberá y será medido con la paz gozosa que triunfará porque la humanidad común que une a negros y blancos en una sola raza humana dirá a cada uno de nosotros que viviremos como hijos del paraíso.
Así viviremos, porque crearemos una sociedad que reconoce que todos los hombres hemos nacido iguales, con derecho a la misma calidad de vida, libertad, prosperidad, derechos humanos y buen gobierno.
Una sociedad así jamás permitirá que vuelva a haber prisioneros de conciencia ni que se violen los derechos humanos de persona alguna.
Tampoco debe permitirse que otra vez las vías hacia el cambio pacífico sean bloqueadas por usurpadores que robarán el poder del pueblo con el fin de satisfacer sus propósitos indignos.
En relación a estas materias, llamamos al gobierno de Birmania (hoy Myanmar) para que dejen en libertad a nuestra compañera Nobel de la Paz, Aun San Suu Kyi, y la involucren en un diálogo serio que beneficie a la población del país.
Oramos porque aquellos que tienen el poder cedan cuanto antes y permitan que ella use su talento y energía en beneficio de su nación y de la humanidad como un todo.
Y alejándome de las asperezas y tribulaciones políticas de nuestro propio país, quiero aprovechar esta oportunidad para unirme al Comité Noruego del Nobel para rendir homenaje a mi compañero de galardón, el señor F. W de Klerk.
Él tuvo el valor de admitir la terrible injusticia que se cometía en nuestro país y nuestro pueblo con la imposición del sistema del apartheid.
Él tuvo la visión de comprender y aceptar que todo el pueblo sudafricano debía negociar como participantes igualitarios en el proceso con el que se determinarían qué futuro deseamos.
Aún hay algunos en nuestra nación que equivocadamente creen que pueden hacer una contribución a la causa de la justicia y la paz aferrándose a arcaísmos que, se ha constatado, sólo llevan al desastre.
Conservamos la esperanza de que ellos también sean bendecidos con la razón suficiente para darse cuenta de que la historia no puede negarse y que una nueva sociedad no puede ser creada reproduciendo un pasado repugnante que sólo ha sido retocado y escondido bajo una nueva fachada.
También quisiéramos aprovechar la ocasión para homenajear a los numerosos movimientos democráticos de nuestro país, incluidos los miembros del Frente Patriótico, quienes jugaron un papel central en llevar a nuestro país a la transformación democrática que hoy vivimos.
Nos hace felices que muchos representantes de estas formaciones, incluyendo personas que están o estuvieron al servicio de estructuras nacionales vinieron con nosotros a Oslo. Ellos también deben recibir el aplauso del Nobel de la Paz.
Vivimos con la esperanza de que al tiempo que Sudáfrica lucha para reinventarse, se convierta también en un microcosmos; en un nuevo mundo que está por nacer.
Este debe ser un mundo de democracia y respeto por los derechos humanos, un mundo libre de los horrores de la pobreza, el hambre, la privación y la ignorancia; sin la amenaza y la escoria de las guerras civiles, las agresiones externas y sin la carga que implica la tragedia de millones de personas obligadas a convertirse en refugiados.
Este proceso en el que Sudáfrica y el sur del continente como un todo están enfrascados, nos piden y nos urgen a fluir con la corriente y convertir a la región en un ejemplo viviente de lo que toda la gente con conciencia desea para el mundo.
No creemos que este Premio Nobel de la Paz tenga la intención de reconocer hechos que ocurrieron y quedan en el pasado. Escuchamos las voces que nos dicen que este premio es un llamado a todos aquellos, a través del universo, que buscaron poner fin al sistema del apartheid.
Comprendemos su llamado, y dedicaremos el resto de nuestras vidas para utilizar la experiencia única y dolorosa de nuestro país para demostrar, en la práctica, que la condición normal de la existencia humana es la democracia, la justicia, la paz; sin racismo, sin sexismo; con prosperidad para todos, con un ambiente saludable, con igualdad y solidaridad entre los pueblos.
Movidos por ese llamado e inspirados por el honor que nos han conferido, llevaremos a cabo todo lo posible que contribuya a la renovación de nuestro mundo para que nadie, en un futuro, sea llamado un miserable de esta tierra.
Que jamás las futuras generaciones digan que la indiferencia, el cinismo y el egoísmo nos hicieron fracasar en el intento de lograr los ideales humanistas representados por el Premio Nobel de la Paz.
Que la lucha de todos nosotros sirva para constatar que Martin Luther King Jr. tuvo razón cuando afirmó que la humanidad ya no debe estar trágicamente ligada a la noche sin estrellas que son el racismo y la guerra.
Que los esfuerzos de todos nosotros demuestren que él no era un soñador que sólo habló de la belleza de la hermandad y la paz genuinas; que son más preciosos que los diamantes, la plata y el oro.
¡Que comience esta nueva era!
Gracias.
Tomado de nobelprize.org
* Discurso de aceptación del Premio Nobel de la Paz en 1993, que recibió junto con el entonces presidente sudafricano Frederik Willem de Klerk
Pésame por muerte de Mandela
El Comité Ciudadano de Defensa de los Naturalizados y Afromexicanos (CCDNAM) expresa su más sentido pésame a nuestros hermanos sudafricanos y a todos seres humanos en el planeta por la muerte del ex presidente de Sudáfrica Nelson Mandela: uno de los grandes defensores de derechos humanos de los siglos XX y XXI. Un gran ser humano. Gracias a él podemos hablar de integración en el continente africano. Es una gran pérdida para el mundo entero, pero sus ideas nunca van desaparecer. Mandela luchó por un mundo con paz, armonía sin discriminación y sobre todo, con justicia social. ¡Viva África!
Wilner Metelus, presidente del Comité
Mandela y Fidel


La muerte de Nelson Mandela ha precipitado una catarata de interpretaciones sobre su vida y su obra, todas las cuales lo presentan como un apóstol del pacifismo y una especie de Madre Teresa de Sudáfrica. Se trata de una imagen esencial y premeditadamente equivocada, que soslaya que luego de la matanza de Sharpeville, en 1960, el Congreso Nacional Africano (CNA) y su líder, precisamente Mandela, adoptan la vía armada y el sabotaje a empresas y proyectos de importancia económica pero sin atentar contra vidas humanas. Mandela recorrió diversos países de África en busca de ayuda económica y militar para sostener esta nueva táctica de lucha. Cayó preso en 1962 y, poco después, se le condenó a cadena perpetua, que lo mantendría relegado en una cárcel de máxima seguridad, en una celda de dos por dos metros, durante 25 años, salvo los dos últimos años en los cuales la formidable presión internacional para lograr su liberación mejoraron las condiciones de su detención.Mandela, por lo tanto, no fue un “adorador de la legalidad burguesa” sino un extraordinario líder político cuya estrategia y tácticas de lucha fueron variando según cambiaban las condiciones bajo las cuales libraba sus batallas. Se dice que fue el hombre que acabó con el odioso “apartheid” sudafricano, lo cual es una verdad a medias. La otra mitad del mérito le corresponde a Fidel y la Revolución Cubana, que con su intervención en la guerra civil de Angola selló la suerte de los racistas al derrotar a las tropas de Zaire (hoy, República Democrática del Congo), del ejército sudafricano y de dos ejércitos mercenarios angoleños organizados, armados y financiados por EEUU a través de la CIA. Gracias a su heroica colaboración, en la cual una vez más se demostró el noble internacionalismo de la Revolución Cubana, se logró mantener la independencia de Angola, sentar las bases para la posterior emancipación de Namibia y disparar el tiro de gracia en contra del “apartheid” sudafricano. Por eso, enterado del resultado de la crucial batalla de Cuito Cuanavale, el 23 de Marzo de 1988, Mandela escribió desde la cárcel que el desenlace de lo que se dio en llamar “la Stalingrado africana” fue “el punto de inflexión para la liberación de nuestro continente, y de mi pueblo, del flagelo del `apartheid`.” La derrota de los racistas y sus mentores estadounidenses asestó un golpe mortal a la ocupación sudafricana de Namibia y precipitó el inicio de las negociaciones con el CNA que, a poco andar, terminarían por demoler al régimen racista sudafricano, obra mancomunada de aquellos dos gigantescos estadistas y revolucionarios. Años más tarde, en la Conferencia de Solidaridad Cubana-Sudafricana de 1995 Mandela diría que “los cubanos vinieron a nuestra región como doctores, maestros, soldados, expertos agrícolas, pero nunca como colonizadores. Compartieron las mismas trincheras en la lucha contra el colonialismo, subdesarrollo y el “apartheid”… Jamás olvidaremos este incomparable ejemplo de desinteresado internacionalismo”. Es un buen recordatorio para quienes ayer y todavía hoy hablan de la “invasión” cubana a Angola.
Cuba pagó un precio enorme por este noble acto de solidaridad internacional que, como lo recuerda Mandela, fue el punto de inflexión de la lucha contra el racismo en África. Entre 1975 y 1991 cerca de 450.000 hombres y mujeres de la isla pararon por Angola jugándose en ello su vida. Poco más de 2600 la perdieron luchando para derrotar el régimen racista de Pretoria y sus aliados. La muerte de ese extraordinario líder que fue Nelson Mandela es una excelente ocasión para rendir homenaje a su lucha y, también, al heroísmo internacionalista de Fidel y la Revolución Cubana

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