Convocatoria Audiencia Transtemática sobre Destrucción de la Juventud y las Generaciones Futuras
por TPP GENERAL
AUDIENCIA TRANS-TEMÁTICA SOBRE DESTRUCCIÓN DE LA JUVENTUD Y LAS GENERACIONES FUTURAS
EN EL MARCO DEL TRIBUNAL PERMANENTE DE LOS PUEBLOS CAPÍTULO MÉXICO
“LIBRE COMERCIO, VIOLENCIA, IMPUNIDAD Y DERECHO DE LOS PUEBLOS”
México vive un proceso de neo-colonización que avanza hacia la total subordinación del territorio, sus bienes, recursos y vidas a los intereses geoestratégicos de EE.UU. Históricamente asediados, con un desarrollo histórico interrumpido desde la invasión europea en el siglo XVI y luego, en la segunda segunda mitad siglo XIX con las invasiones francesa y norteamericana -que llevaron a la pérdida de más de la mitad del territorio- fue a fines del siglo XX, tras la crisis económica mundial de los años 70, de la implementación a principios de los 80 de las llamadas políticas de libre comercio, y principalmente con la entrada en vigor del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) en 1994, que la dimensión de la ocupación y destrucción de la nación adquirió niveles dramáticos.
Es precisamente en ese último periodo que bajo un plan diseñado por los sectores dominantes de EE.UU., el Estado mexicano, pasando por encima del bien nacional, impuso “una serie de políticas públicas y programas de gobierno centradas en la extracción salvaje de excedentes económicos, una distribución extremadamente desigual y catastrófica de las riquezas, un castigo sistemático de todos los procesos de reproducción (de la economía, la sociedad, la naturaleza, la política y la cultura), así como la consecución de todo tipo de despojos de los bienes públicos de la nación y de los bienes comunes de los pueblos”, por medio del desvío de poder, usando las instituciones e instrumentos jurídicos y legales -que por derecho deben velar por el bien de la población- para justificar y apoyar todas las violaciones, vacíos y omisiones que se hacen en contra de los pueblos y comunidades de México. Dando como golpe maestro de este plan, hoy, 20 años después de la firma del TLCAN, se ha consumado la aprobación la reforma energética, que junto con la instauración de otras reformas como la laboral, la educativa, la hacendaria, y las que están por venir, culminan el proceso de ocupación integral del país y la entrega total de la soberanía nacional.
Las consecuencias han sido devastadoras, en especial para los sectores históricamente más oprimidos, dominados y explotados. Entre ellos destaca, con aterradora importancia, la sistemática violencia con la que se ha desarticulado a una de las fuerzas más relevantes para el desarrollo del país: la juventud.
Los agravios vividos contra la juventud han sido gestionados trans-sexenalmente por parte del Estado de manera sistemática e intencionada, desde décadas pasadas. En especial, haciendo un uso perverso de los distintos instrumentos de medición y cálculo de población, han ubicado cómo enriquecerse a partir de la juventud vista como “bono demográfico”, y tomando en cuenta que nuestro país está llegando a su pico de población joven, han construido un entramado político, jurídico, cultural y económico para extirparnos la energía vital en la totalidad del proceso de reproducción social, al mismo tiempo que se deslindan y renuncian a atender las necesidades que está población joven reclamará, en especial debido a toda esta expoliación.
De la mano de esta violencia estatal y de los capitales, el despojo y entrega de los bienes y recursos del país, con manipulación y control de por medio, hoy en día las y los jóvenes nos enfrentamos ante condiciones de vida desfavorables para el desarrollo de nuestras capacidades y necesidades. Nuestros espacios, territorios, recursos y medios, incluidos nuestros propios cuerpos y salud física y mental, son depredados, robados, violentados y mermados. Se anuncia un escenario catastrófico y desesperanzador para nosotras, nosotros y las generaciones futuras, no sólo por lo que ya ha avanzado sino también por los nuevos planes y entregas que están por acontecer, en especial por el impulso a proyectos como el Acuerdo Transpacífico y el Acuerdo Trasatlántico de Comercio e Inversiones.
A los y las jóvenes se nos niegan espacios para estudiar, la calidad de la educación es pésima, los planes de estudio y los mismos centros de conocimiento y de investigación sirven a intereses privados. El desempleo y los empleos precarios son la norma; tenemos escasas fuentes de empleo, casi ninguna digna, y se nos mantiene en la informalidad y el desempleo por largos periodos, mientras se nos obliga a competir entre nosotros y nosotras por los limitados puestos de trabajo; nuestra mano de obra se oferta como una de las peores pagadas del mundo. Bajo el nombre de “ninis”, afirmando que no estudiamos ni trabajamos, se encubre la exclusión y las formas de trabajo no pagado al que tenemos que recurrir, por no decir que se nos nombra así también como una forma de criminalizarnos y denostarnos.
La relación con la tierra, esa que constituye nuestro proceso básico de humanización y que nos hizo seres del maíz, representa un gran estorbo para enriquecerse. La vida campesina se encuentra casi aniquilada, los campesinos sobran, se expulsan por cientos cientos de miles a las ciudades y en especial a Estados Unidos; las tierras que fundaron la patria se ven como un botín para el agronegocio; nos han llevado a que como jóvenes reneguemos del campo, en el desierto del campo sólo podemos aparecer como jornaleros, peones o empleados de las minas que han sustituido los cultivos. Ante la búsqueda de “oportunidades” o de caminos no cercados, nos presionan para abandonar nuestros hogares, perdemos nuestra identidad comunitaria, nuestras tradiciones y costumbres, así como nuestra diversidad como pueblos indígenas, forzados a migrar a otros países o estados dentro de México, viajamos grandes distancias durante las cuales somos extorsionados(as), amenazados(as), mutilados(as), violados(as) y asesinados(as) por grupos de delincuentes y por las fuerzas policiaco militares. Somos la población expulsada que nutre las grandes urbes, donde las condiciones de vida son aún más indignas. Hacinados en las periferias, millones de jóvenes servimos de mano de obra barata, no contamos con los servicios básicos, se nos obliga a poblar los grandes asentamientos de casitas de desecho; nos hacen desplazarnos diariamente en servicios de transporte de pésima calidad bajo estructuras de cemento, de carreteras y autopistas que cruzan el territorio despojado. Nos hacen consumir en supermercados, tiendas de conveniencia y restaurantes de comida rápida. Destruyen las pocas áreas verdes, espacios culturales o de dispersión con las que aún cuenta la ciudad y que sirven para que el tejido comunitario no se degrade. Nuestra vida cotidiana es la de la contaminación, basura, inseguridad y violencia. En el campo y en la ciudad se nos obliga engrosar las filas de la economía criminal, nos levantan, nos amenazan, violan, secuestran, asesinan y desaparecen. Nos imponen el consumo de drogas legales e ilegales y nos hacen distribuidores de las mismas.
Por la degradación que han hecho de la tierra, aire y agua, presentamos fuertes afectaciones en nuestra salud, como problemas respiratorios y de la piel, cánceres, entre otras enfermedades. No conocimos ni pudimos disfrutar de los ríos, lagos, bosques y biodiversidad que disfrutaron nuestros abuelos y todavía, nuestros padres. La devastación ambiental amenaza con negar la posibilidad de todo desarrollo humano en el futuro.
Además, vivimos influenciados bajo constantes bombardeos mediáticos que sólo buscan que seamos consumidores de comida chatarra, cumplamos con estándares de belleza y estereotipos culturales. Estos nos hacen vernos como objetos desechables y confrontarnos entre nosotros mismos, nos llevan a renegar de nuestra identidad, lo indígena e indígena mestizo que corre por nuestras venas es negado. Nuestra identidad está determinada por lo que consumimos. Alteran la percepción de nuestra sexualidad, se criminaliza la libertad de satisfacer las necesidades y el gozo sexuales. Al mismo tiempo, nos ignoran, nos malinforman y nos niegan los servicios de salud; somos los principales portadores de de infecciones de transmisión sexual y de enfermos de SIDA, tambien encabezamos las cifras de embarazos no planeados asi como de abortos voluntarios en condiciones de alto riesgo. Nos matan día a día por ser mujeres, nos hacen las mercancías más preciadas del comercio sexual, las mujeres jóvenes presentamos un alto índice de violencia familiar, discriminación laboral y feminicidios. Se nos niega ejercer libremente nuestra preferencia sexual y de género, somos la burla y condena, somos objeto del odio por ser diversos sexualmente. Presentamos grandes porcentajes de obesidad y sobrepeso, al mismo tiempo que desnutrición y trastornos alimenticios como bulimia y anorexia. Y ante esta imagen gris que se nos pinta muchos de nosotros desarrollamos fuertes depresiones, trastornos mentales y emocionales, adicciones al alcohol, estupefacientes o bebidas estimulantes, y nos dejan como única salida el suicidio.
Somos la parte más agraviada de la nación destruida, del suelo ocupado. Fuimos las generaciones futuras de un pasado liquidado, fuimos la generación que luchó por impedir la ocupación. Somos la generación que nació con el libre comercio; somos las secuelas y vestigios de lo que el neoliberalismo aún no ha barrido. Somos el presente con un pasado y un futuro negados. Somos las generaciones pasadas de un futuro que amenaza con no existir. Somos las y los jóvenes de México, las y los condenando de la patria.
Pero esta breve panorámica del horror resulta incomprensible si olvidamos que hemos resistido. Que como juventud hemos sido parte importante de lo que algunos llaman la reserva moral del país. Porque somos las y los a quienes se les impidió conducir esta nación en 1968, en 1971 y en ese periodo de insurrección de los años 70s, cuyas rebeldías llevaron a que después tuviéramos que nombrarle periodo de la guerra sucia (mismo que se extiende hasta ahora). Somos los y las jóvenes a los que se les ha negado disputar la conducción del país por cualquier medio, somos producto de los fraudes y las imposiciones, pero también de la rebeldía impugnadora. Somos los hijos e hijas del alzamiento indígena del 94. Somos los y las jóvenes que gritamos #YoSoy132 para intentar cerrarle el paso a lo que ya se anunciaba como una nueva dictadura cívico-militar.
Somos la juventud que no sólo es mano de obra barata y superexplotable, somos la juventud creadora, rebelde y libetaria que rechaza cualquier intento de dominación. Por eso nos temen, por eso nos han venido acabando, porque esas fuerzas que aún nos sostienen vienen del pasado, vienen de nuestra historia, son nuestras raíces, porque toda juventud no es sino tan sólo una parte de un pueblo y de una historia común, por eso seguimos defendiendo el presente.
Ante la destrucción de nosotros, de nuestras vidas y nuestra patria hemos alzado la voz, la mirada y los puños para construir un proyecto distinto. Pero en el camino andado, nos hemos dado cuenta que aún necesitamos conocernos mejor, saber dónde estamos, ubicar bien a ese grupo que condensa toda la podredumbre de la sociedad y mirar de entre los escombros de lo que ellos han destruido a los sujetos que pueden realizar la liberación.
Si queremos rescatar lo nuestro necesitamos saber mejor cuáles son las necesidades generales que tenemos como nación para poder convertimos en el movimiento histórico que frene tanta destrucción. Tenemos también que pensar en los que vendrán, no sólo desde el enfoque de quiénes podrían en un futuro ser nuestros hijos directos, sino desde aquella humanidad que puede poblar nuestro territorio, es decir, los herederos de todos nosotros, de las generaciones futuras que podrán sostener la nación.
Y en este camino, en el que las y los jóvenes no nos hemos quedado sin actuar, tampoco presentamos una actitud derrotista, nos hemos organizado y construido colectividad, y hemos buscado herramientas que nos sirvan para nuestras luchas. Una de ellas ha sido la participación desde el 2011 dentro de las diferentes audiencias del Tribunal Permanente de los Pueblos (TPP), y hoy en día como próximo por venir, nuestra participación dentro de la Audiencia Trans-temática sobre Juventud y Generaciones Futuras, pues creemos que esta audiencia es un espacio que permitirá visibilizar, entender e interconectar los problemas que vivimos día a día, evidenciar el ataque sistemático e intencionado del Estado, así como de las empresas y los grupos de poder en contra de las y los jóvenes de los diferentes pueblos, barrios y comunidades, además de ser una plataforma de articulación y de impulso para la organización de las diferentes luchas que estamos llevando hoy en día.
Convencidos de la gran importancia que tienen los y las jóvenes en México te invitamos a participar dentro de la Audiencia Trans-temática sobre Juventud y Generaciones Futuras del TPP Capítulo México, pues consideramos que este espacio nos permitirá no sólo exponer nuestras problemáticas sino ser fuerza motriz para organizarnos y alcanzar una vida digna para todos los mexicanos y mexicanas, incidir y actuar para poder cambiar esta realidad que nos aqueja; porque somos activos, contestatarios, porque vemos la vida con nuevos enfoques, replanteamos los sistemas impuestos y estamos conscientes en que nuestro actuar no se limita a las definiciones de juventud que tiene la ONU o ciertas instituciones, mismas que nos coartan, basadas en un rango de edad o en un estado biológico, sino más bien somos agentes transformadores, con una verdadera participación política dentro de México, que tiene el fin de revindicar las luchas y sacrificios de las pasadas generaciones de jóvenes, por una vida digna para las generaciones presentes y por un futuro lleno de oportunidades para las generaciones que están por venir.
Audiencia trans-temática sobre Juventud y Generaciones Futuras – Tribunal Permanente de los Pueblos Capítulo México “Libre comercio, violencia, impunidad y derechos de los Pueblos”
8, 9 y 10 de noviembre de 2014
Museo de la Ciudad de México
Ciudad de México
Hacemos un llamado a participar a las y los jóvenes que trabajen de manera individual, o ya sea con grupos, organizaciones o colectivos, que aborden problemáticas o agravios que afectan a la juventud y las generaciones futuras (como son: campo, pueblos indígenas, salud, medio ambiente, género y diversidad sexual, violencia, migración, ciudad, educación, trabajo, etc) o bien invitamos a jóvenes a título individual, grupos, colectivos u organizaciones de jóvenes, que hayan sido directamente agraviados por parte del Estado y/o particulares, a presentar su caso, cómo es que han sido afectados en sus necesidades y derechos, y a exponer sus luchas y organización.
Para más información, por favor envía un correo a: audiencia.juventud.tpp@gmail. com
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