miércoles, 2 de octubre de 2013

JORNADA CONMEMORATIVA DEL 45 ANIVERSARIO DEL 2 DE OCTUBRE DE 1968, NO SE OLVIDA



JORNADA CONMEMORATIVA DEL  45 ANIVERSARIO DEL 2 DE OCTUBRE DE 1968

En el marco de la conmemoración del 45 aniversario de los sucesos del 2 de Octubre de 1968 en Tlatelolco,  le hacemos una cordial invitación a participar en la jornada de actividades que realizaremos del 28 de Septiembre al 2 de Octubre del 2013, por la importancia histórica que los hechos tienen en términos políticos, culturales y judiciales.
Tendremos una conferencia de prensa para dar a conocer esta jornada de actividades que se llevará a cabo el día 27 de Septiembre de 2013 a las 12:00 hrs. en el Comité 68, ubicado en San Luis Potosí Nº 98, Colonia Roma. Delegación Cuauhtémoc, México DF.
La primera acción de ésta jornada es colocación de más de 6 mil nombres de víctimas de la violencia, que el Estado ha ejercido en contra de la sociedad y movimientos sociales de forma permanente. La violencia de Estado en México del siglo XX  y lo que va del siglo XXI, abarca una amplia gama de regiones y sectores sociales, tanto en los procesos de represión, desaparición forzada, ejecución extrajudicial, como en la persecución política de los mismos, por estas razones, vemos la necesidad de sacar del anonimato y dignificar a todas las víctimas. Y, aunque sabemos que faltan muchos más nombres, debemos tener presente que éste es tan sólo el principio del memorial.
Ø  La cita es en el Campo Marte, ubicado a un costado del Auditorio Nacional en la Avenida Paseo de la Reforma, el día 28 de Septiembre a las 12:00 hrs.
La segunda acción que llevaremos a cabo será el día 2 de Octubre al realizar la marcha nacional conmemorativa de la masacre, que saldrá de la Plaza de las Tres culturas en Tlatelolco a las 15:00 hrs.
En la marcha nacional es muy importante la asistencia  de contingentes estudiantiles y populares que en esta fecha enarbolan la lucha contra la violencia política y la represión contra los movimientos populares, reforzando con su presencia el compromiso y la exigencia de erradicar estas prácticas criminales del Estado.
Los ejes de lucha de la marcha serán:
·         Juicio y castigo para el genocida Luis Echeverría Álvarez
·         Alto a la represión y criminalización de la protesta social
·         Disolución del cuerpo de granaderos
·         Libertad a los presos políticos; Libertad al profesor Alberto Patishtan
·         Presentación con vida de los detenidos desaparecidos
·         Contra las reformas estructurales
·         En defensa de la educación pública y gratuita
·         Apoyo total a la lucha magisterial de la CNTE
·         Cese al hostigamiento de las Normales Rurales
·         Fuera policías del IPN

Ø   La cita es este 2 de Octubre en la Plaza de las Tres Culturas en Tlatelolco a las 15:00hrs.
Esperamos contar con su asistencia y participación. Del mismo modo pedimos su colaboración para una amplia difusión.

ATENTAMENTE
Raúl Álvarez Garín
Félix Hernández Gamundi
Comité 68 Pro Libertades Democráticas



Ciudad de México, 29 de septiembre de 2013

A los medios de comunicación
A los estudiantes
Al pueblo de México

En el marco del 45 aniversario del movimiento estudiantil de 1968, diversos colectivos y organizaciones sociales y estudiantiles, además del Comité 68 pro libertades democráticas, como lo anunciamos el pasado viernes, marcharemos el próximo 2 de octubre para demandar:

CASTIGO A LOS RESPONSABLES DEL GENOCIDIO DEL 2 DE OCTUBRE DE 1968
• Juicio y castigo para el genocida Luis Echeverría Álvarez

ALTO A LA REPRESIÓN Y CONTRA LA CRIMINALIZACIÓN DE LA PROTESTA SOCIAL
• Disolución del cuerpo de granaderos y demás cuerpos represivos
• Libertad a los presos políticos. Libertad al profesor Alberto Patishtan
• Presentación con vida de todos los detenidos desaparecidos
• Por la derogación del artículo 362 del Código Penal del DF

NO AL «PACTO POR MÉXICO» Y SUS REFORMAS ESTRUCTURALES
• No a la reforma energética
• Contra la «reforma educativa»
• Apoyo total a la lucha magisterial de la CNTE
• Cese al hostigamiento a las Normales Rurales
• Fuera policías del IPN
• En defensa de la educación pública y gratuita
• Que las políticas educativas no sean dictadas por la OCDE


En los últimos meses hemos sido testigos de la escalada autoritaria y represiva del GDF y el gobierno federal en la Ciudad de México. Particularmente nos preocupa que desde el 13 de septiembre en el primer cuadro del DF, incluyendo la plaza pública más importante del país, se ha establecido un auténtico estado de sitio: En detrimento de nuestras garantías individuales, se ha instalado un cerco policiacomilitar que impide el libre tránsito de todos los ciudadanos y, en los hechos, se anula el derecho a la protesta.

Con el pretexto de que el zócalo está funcionando como el centro de operaciones del acopio, el gobierno se ha aprovechado de la desgracia nacional y de la solidaridad del pueblo mexicano, para construir un montaje mediático que pretende justificar la represión y la anulación de las libertades constitucionales.

Aclaramos que la coordinación organizadora de la marcha del 2 de octubre no ha establecido ninguna comunicación con el GDF, por lo que las recientes declaraciones del jefe de gobierno son falsas. La ruta de la movilización no depende de ninguna negociación con el gobierno, pues esta es una decisión del movimiento social y estudiantil organizado en el ejercicio de nuestros derechos. No tenemos que pedir permiso.

La decisión que hemos tomado es defender nuestro derecho constitucional a la manifestación y mantener la ruta que históricamente ha transitado la protesta del 2 de octubre para partir a las 15 horas de la Plaza de las Tres Culturas, en Tlatelolco, al Zócalo. Hoy es más claro que nunca que el poder quiere arrebatarnos las conquistas de la generación del 68; el autoritarismo que los estudiantes del CNH combatieron hace 45 años es el mismo que hoy enfrentamos. Las demandas son tan vigentes como entonces.

Exigimos al gobierno del DF que el 2 de octubre el derecho a la manifestación se garantice sin la provocación que implica la presencia del cuerpo de granaderos durante el recorrido y que el cerco policiacomilitar que se encuentra alrededor del centro histórico sea retirado. Reiteramos nuestro llamado a una movilización pacífica y aclaramos que la violencia no provendrá de los manifestantes.

Nuestro llamado es a la sociedad mexicana para salir a la calle defendiendo nuestro derecho a disentir y, que quede claro, no estamos convocando a un enfrentamiento con las fuerzas represivas del estado para retomar a toda costa la plaza pública. Queremos informar que hemos diseñado un esquema de seguridad que buscará evitar la represión a esta marcha pacífica, por lo que, si el cerco policiacomilitar se mantiene en el zócalo, no intentaremos ingresar y colocaremos un templete en la explanada del Monumento a la Revolución para realizar el mitin político junto con nuestros hermanos de la CNTE.

Anunciamos que de las 18:00 a las 18:10 horas todos los contingentes guardaremos silencio en señal de luto y protesta por las más de 6 mil víctimas de la violencia de estado.

Si el hostigamiento e intimidación del gobierno impiden que la movilización llegue a su destino en el zócalo de la Ciudad de México, quedará evidenciado el autoritarismo de todos los niveles de gobierno representados en el «Pacto por México» que, incapaces de tolerar la resistencia a sus planes neoliberales, buscan imponerlas a través de la represión y el estado de excepción.

Hacemos un llamado al movimiento social, popular y estudiantil a organizarnos y generar las condiciones para que el gobierno federal y el GDF se vean obligados a levantar el estado de sitio en el centro histórico y retirar el cerco policiacomilitar, restaurando las condiciones mínimas para el derecho a la manifestación y al libre tránsito de todos los ciudadanos.

¡Por la libertad de todos los presos políticos!
¡Por la presentación con vida de los desaparecidos!
¡Alto a la impunidad!


Ciudad de México, 29 de septiembre de 2013

A los medios de comunicación
A los estudiantes
Al pueblo de México

En el marco del 45 aniversario del movimiento estudiantil de 1968, diversos colectivos y organizaciones sociales y estudiantiles, además del Comité 68 pro libertades democráticas, como lo anunciamos el pasado viernes, marcharemos el próximo 2 de octubre para demandar:

CASTIGO A LOS RESPONSABLES DEL GENOCIDIO DEL 2 DE OCTUBRE DE 1968
• Juicio y castigo para el genocida Luis Echeverría Álvarez

ALTO A LA REPRESIÓN Y CONTRA LA CRIMINALIZACIÓN DE LA PROTESTA SOCIAL
• Disolución del cuerpo de granaderos y demás cuerpos represivos
• Libertad a los presos políticos. Libertad al profesor Alberto Patishtan
• Presentación con vida de todos los detenidos desaparecidos
• Por la derogación del artículo 362 del Código Penal del DF

NO AL «PACTO POR MÉXICO» Y SUS REFORMAS ESTRUCTURALES
• No a la reforma energética
• Contra la «reforma educativa»
• Apoyo total a la lucha magisterial de la CNTE
• Cese al hostigamiento a las Normales Rurales
• Fuera policías del IPN
• En defensa de la educación pública y gratuita
• Que las políticas educativas no sean dictadas por la OCDE


En los últimos meses hemos sido testigos de la escalada autoritaria y represiva del GDF y el gobierno federal en la Ciudad de México. Particularmente nos preocupa que desde el 13 de septiembre en el primer cuadro del DF, incluyendo la plaza pública más importante del país, se ha establecido un auténtico estado de sitio: En detrimento de nuestras garantías individuales, se ha instalado un cerco policiacomilitar que impide el libre tránsito de todos los ciudadanos y, en los hechos, se anula el derecho a la protesta.

Con el pretexto de que el zócalo está funcionando como el centro de operaciones del acopio, el gobierno se ha aprovechado de la desgracia nacional y de la solidaridad del pueblo mexicano para construir un montaje mediático que pretende justificar la represión y la anulación de las libertades constitucionales.

Aclaramos que la coordinación organizadora de la marcha del 2 de octubre no ha establecido ninguna comunicación con el GDF, por lo que las recientes declaraciones del jefe de gobierno son falsas. La ruta de la movilización no depende de ninguna negociación con el gobierno, pues esta es una decisión del movimiento social y estudiantil organizado en el ejercicio de nuestros derechos. No tenemos que pedir permiso.

La decisión que hemos tomado es defender nuestro derecho constitucional a la manifestación y mantener la ruta que históricamente ha transitado la protesta del 2 de octubre para partir a las 15 horas de la Plaza de las Tres Culturas, en Tlatelolco, al Zócalo. Hoy es más claro que nunca que el poder quiere arrebatarnos las conquistas de la generación del 68; el autoritarismo que los estudiantes del CNH combatieron hace 45 años es el mismo que hoy enfrentamos. Las demandas son tan vigentes como entonces.

Exigimos al gobierno del DF que el 2 de octubre el derecho a la manifestación se garantice sin la provocación que implica la presencia del cuerpo de granaderos durante el recorrido y que el cerco policiacomilitar que se encuentra alrededor del centro histórico sea retirado. Reiteramos nuestro llamado a una movilización pacífica y aclaramos que la violencia no provendrá de los manifestantes.

Nuestro llamado es a la sociedad mexicana para salir a la calle defendiendo nuestro derecho a disentir y, que quede claro, no estamos convocando a un enfrentamiento con las fuerzas represivas del estado para retomar a toda costa la plaza pública. Queremos informar que hemos diseñado un esquema de seguridad que buscará evitar la represión a esta marcha pacífica, por lo que, si el cerco policiacomilitar se mantiene en el zócalo, no intentaremos ingresar y colocaremos un templete en la explanada del Monumento a la Revolución para realizar el mitin político junto con nuestros hermanos de la CNTE.

Anunciamos que de las 18:00 a las 18:10 horas todos los contingentes guardaremos silencio en señal de luto y protesta por las más de 6 mil víctimas de la violencia de estado.

Si el hostigamiento e intimidación del gobierno impiden que la movilización llegue a su destino en el zócalo de la Ciudad de México, quedará evidenciado el autoritarismo de todos los niveles de gobierno representados en el «Pacto por México» que, incapaces de tolerar la resistencia a sus planes neoliberales, buscan imponerlas a través de la represión y el estado de excepción.

Hacemos un llamado al movimiento social, popular y estudiantil a organizarnos y generar las condiciones para que el gobierno federal y el GDF se vean obligados a levantar el estado de sitio en el centro histórico y retirar el cerco policiacomilitar, restaurando las condiciones mínimas para el derecho a la manifestación y al libre tránsito de todos los ciudadanos.

¡Por la libertad de todos los presos políticos!
¡Por la presentación con vida de los desaparecidos!
¡Alto a la impunidad!


Invitación a la Jornada conmemorativa del 45 aniversario del 2 de Octubre de 1968



En el marco de la conmemoración del 45 aniversario de los sucesos del 2 de Octubre de 1968 en Tlatelolco,  le hacemos una cordial invitación a participar en la jornada de actividades que realizaremos del 28 de Septiembre al 2 de Octubre del 2013, por la importancia histórica que los hechos tienen en términos políticos, culturales y judiciales.
Tendremos una conferencia de prensa para dar a conocer esta jornada de actividades que se llevará a cabo el día 27 de Septiembre de 2013 a las12:00 horas, en el Comité 68, ubicado en San Luis Potosí Nº 98, Colonia Roma. Delegación Cuauhtémoc, México DF.
La primera acción de ésta jornada es colocación de más de 6 mil nombres de víctimas de la violencia, que el Estado ha ejercido en contra de la sociedad y movimientos sociales de forma permanente. La violencia de Estado en México del siglo XX  y lo que va del siglo XXI, abarca una amplia gama de regiones y sectores sociales, tanto en los procesos de represión, desaparición forzada, ejecución extrajudicial, como en la persecución política de los mismos, por estas razones, vemos la necesidad de sacar del anonimato y dignificar a todas las víctimas. Y, aunque sabemos que faltan muchos más nombres, debemos tener presente que éste es tan sólo el principio del memorial.
La cita es en el Campo Marte, ubicado a un costado del Auditorio Nacional en la Avenida Paseo de la Reforma, el día 28 de Septiembre a las 12:00 horas.
La segunda acción que llevaremos a cabo será el día 2 de Octubre al realizar la marcha nacional conmemorativa de la masacre, que saldrá de laPlaza de las Tres Culturas en Tlatelolco a las 15:00 horas.
En la marcha nacional es muy importante la asistencia  de contingentes estudiantiles y populares que en esta fecha enarbolan la lucha contra la violencia política y la represión contra los movimientos populares, reforzando con su presencia el compromiso y la exigencia de erradicar estas prácticas criminales del Estado.
Los ejes de lucha de la marcha serán:
Juicio y castigo para el genocida Luis Echeverría Álvarez
Alto a la represión y criminalización de la protesta social
Disolución del cuerpo de granaderos
Libertad a los presos políticos; Libertad al profesor Alberto Patishtán
Presentación con vida de los detenidos desaparecidos
Contra las reformas estructurales
En defensa de la educación pública y gratuita
Apoyo total a la lucha magisterial de la CNTE
Cese al hostigamiento de las Normales Rurales
Fuera policías del IPN
La cita es este 2 de Octubre en la Plaza de las Tres Culturas en Tlatelolco a las 15:00 horas.
Esperamos contar con su asistencia y participación. Del mismo modo pedimos su colaboración para una amplia difusión.
ATENTAMENTE
COMITÉ 68
Raúl Álvarez Garín, Félix Hernández Gamundi

2 DE OCTUBRE: LA MASACRE (fragmento de ‘testimonio de un activista’)

 
El 30 de septiembre el ejército desocupó Ciudad Universitaria. Esperábamos que también pronto saliera del Casco de Santo Tomás y de la Voca 7. Sentíamos que no en balde habíamos logrado resistir en la semiclandestinidad. Teníamos nueva confianza de que se podría llegar a una solución, pues además de retirar al ejército de CU, había hecho contacto el gobierno con el CNH, había una comisión gubernamental que se encargaría, según se nos informó, de ser enlace para establecer los términos en que podría iniciarse el diálogo. Parecía que ya tan cerca el comienzo de los juegos olímpicos, ahora sí abriría el gobierno el camino del diálogo.

         Y así llegamos al 2 de octubre. Esa tarde se realizaría un mitin en la Plaza de las Tres Culturas y se había anunciado que al concluir el mitin haríamos una marcha al Casco de Santo Tomás, pues se esperaba que para entonces también hubiera sido desocupado por el ejército.

         Pero no, el Casco seguía tomado. Por ello, al comenzar el mitin, se informó que, para evitar provocaciones, se suspendía la manifestación al Casco, que terminado el mitin nos retiráramos en orden, pues la zona estaba cercada por militares y policías, precisamente para no permitir que se hiciera ninguna manifestación.

         Ese día estaba impaciente de encontrar algún pretexto para escabullirme de mi casa y poder ir al mitin. Vivía cerca, en la misma unidad Tlatelolco, pero en los edificios que están cerca del cine Tlatelolco, por el cruce de Manuel González y Guerrero. Desde horas antes del mitin, pasado el mediodía, ahí se estacionó un destacamento militar. Se les podía ver claramente desde la ventana. Yo no me daba cuenta, porque mi cuarto ni ventana tenía, era el‘cuarto de servicio’, situado a un lado del espacio del lavadero, donde podría ser ventana había una lámina de acrílico translúcida, situada hacia el interior de la unidad. Pero la ventana de la recámara de mi papá y mi mamá daba a la calle. Estábamos en el segundo piso. Así que en el momento en que mi mamá se asomó a la ventana y pudo ver la fila de transportes militares que se había estacionado ahí. Abrió la ventana y, con toda su fuerza, les gritó:“¡ASESINOS!”. Mi papá tuvo que retirarla con fuerza de la ventana, pidiéndole que se calmara. Pero ella, indignada, iracunda, no podía contenerse:“¡Son unas bestias malditas, los odio, no sé yo qué haría si me mataran a uno de mis hijos…!”

         Mis hermanas todas eran universitarias, yo del Politécnico. Todos, a veces acompañados por mi mamá, íbamos a las manifestaciones. Recuerdo que mamá nos acompañó a la del 1 de agosto y a la del 13 de septiembre. Yo era el que me había involucrado más. Y en ese momento buscaba algún pretexto para salir e irme al mitin. Ver ahí, frente a mi casa, los tanques, los soldados no me arredraron, pero sí me hizo presentir que algo muy grave estaba por ocurrir. Y pese el riesgo sentía el deber de ir.

         Ya eran las 5 de la tarde, hora en que estaba convocado el mitin. Fue en ese momento cuando se presentó la ocasión. Mi hermana Guillermina debía ir a entregar un libro a la biblioteca Benjamín Franklin. Le avisó a mamá, pero no la quería dejar ir.

-“¿Qué no ves cómo están las cosas allá afuera, qué no te das cuenta del peligro?”.

Pero Guille insistió: -“Es que hoy es el último día, si no lo entrego hoy, me van a empezar a cobrar multa”-, argumentó.

Sólo así logró convencerla. -“Bueno, está bien, pero que te acompañe tu hermano…”

         “¡Perfecto!”, pensé yo. Ella fue por el libro y un suéter. Salimos del departamento, entramos al elevador, cruzamos una mirada y una sonrisa. No hizo falta más. Ella caminó a la parada del camión que la llevaría a la biblioteca, yo a la Plaza.

         Caminé por entre los edificios hasta llegar al puente bajo el cual se entra a la plaza. Entonces era un espacio abierto (ahora está lleno de locales comerciales). Ese espacio bajo el puente para cruzar San Juan de Letrán (ahora se llama Eje Central) fue durante años el lugar de encuentro entre los estudiantes de la Secundaria 16 o la 83 y la Prevo 4, lugar de victorias oderrotas en “cascaritas” o “tochitos” que casi siempre terminaban en batalla campal.

         Recordando eso caminé a la Plaza de las Tres Culturas. Sentí un ambiente extraño: ese pasaje, normalmente no muy transitado, ahora estaba más concurrido, pero por personas que sólo estaban ahí, como esperando algo. No me fijé bien, porque de por sí iba de prisa para llegar a tiempo pues el mitin ya había comenzado. Pero me pareció que esas personas no eran estudiantes. Por lo que se supo después, quizá parte de los grupos paramilitares que, junto con elBatallón Olimpia, abrieron fuego para desencadenar la masacre, o agentes de alguna de las distintas corporaciones policíacas de “civil” que había entonces.

Luego caminé el pasillo que conduce a la explanada, a un costado de la Voca 7 (seguía tomada por soldados y granaderos). Ya estaba por las astas buscando a mis compañeros, cuando escuché el sobrevolar de uno o dos helicópteros, pero no me extrañó, era constante esa forma de vigilancia.

Quien en ese momento hablaba en el micrófono, informaba que no se realizaría la manifestación que se había anunciado al Casco de Santo Tomás para exigir la salida del ejército, porque la situación era muy tensa y había mucha vigilancia policíaca y militar, y que para evitar una provocación, se nos pedía que una vez que concluyera el mitin, nos dispersáramos en orden.

En el cielo se observó un resplandor verde, luego otro rojo (después supe que eran luces de bengala).  Si fueron lanzadas por uno de los helicópteros que sobrevolaban, o desde el edificio de Relaciones Exteriores, o desde atrás de la iglesia, no lo sé, pero sin duda eran señales militares…

En el balcón  del tercer piso del edificio Chihuahua, donde se había instalado la tribuna del mitin aparecieron agentes vestidos de civil, armados, con un guante, pañuelo o venda blanca en la mano izquierda, sometiendo a los integrantes del CNH y reporteros que ahí se encontraban. Muchos compañeros, al darse cuenta de ello desde la explanada de la plaza intentaron ir allá a defenderlos. “¡El Consejo, el Consejo…!”, se escuchó, y como una ola, se levantó un grupo grande de compañeros, ¿decenas, cientos?, no lo sé, pero retrocedieron porque los agentes comenzaron a disparar contra la multitud (luego supe que eran los del Batallón Olimpia que durante el mitin habían copado los accesos del edificio Chihuahua para detener a los integrantes del CNH).

Empecé a escuchar disparos y muchos gritos de pánico. Miré hacia atrás pensando en regresar por donde llegué, pero por ese lado ya entraba el ejército a la plaza. Como una ola, la multitud se fue hacia las escalinatas que bajan al edificio Chihuahua, cayendo, tropezando unos con otros, gritando. Todavía en ese momento, desde la tribuna alguien gritaba en el micrófono: -“¡Calma, no corran compañeros, es una provocación, son balas de salva…!”

¡Qué iban a ser “salvas”! ¿De dónde sacó el que hablaba así que eran“salvas”? Las “salvas” no hacen hoyos en las paredes, no perforan cuerpos, no matan... ¡Estaban tirando a matar!

Ahora ni siquiera hubo advertencia, como la noche del 27 de agosto, cuando avisaron: “dispérsense o empleamos la fuerza”, no, ahora llegaron disparando, tirando a matar.

En medio del fuego cruzado, entre la gente que estaba en la plaza se formó una especie de remolino. Entre ráfagas de metralla, desde los diferentes edificios circundantes de la plaza, donde desde la víspera se habían posicionado como francotiradores los del Batallón Olimpia, y los disparos de los contingentes militares que entraban en la plaza, unos por el puente de San Juan de Letrán, otros por Relaciones Exteriores, otros más por Manuel González, en operación envolvente, cerrando el paso a quienes corrían.

Era terrible ver lo que estaba pasando. El estupor de la gente corriendo, gritando, llorando, cayendo, sangrando, herida, o muerta… El terror, la angustia reflejada en los rostros desesperados de hombres y mujeres, jóvenes y viejos, la incredulidad en los ojos de los niños que no entendían por qué estaban en medio de ese infierno.

Gritos de dolor, de rabia, de pánico en medio del ensordecedor ruido de las balas. Ráfagas de metralla, disparos de fusilería, pistolas automática y un opaco, sordo, estremecedor crujir del paso de tanque hacia la plaza. Como si se hubiera declarado una guerra. Pero sólo había un ejército arremetiendo contra un “enemigo” desarmado. Sí, los estudiantes y la gente del pueblo que nos apoyaba éramos ese “enemigo”. Entonces no lo sabíamos, pero así es como los manuales de contrainsurgencia llaman a un pueblo rebelde: “el enemigo interno”.

¿Por qué nos atacaban así si el mitin había estado tan pacífico hasta ese momento? ¿Era represalia por haber resistido en el Casco y, aquí mismo, en Tlatelolco?

No, después supimos, por los testimonios de otros sobrevivientes, al irlos juntando como piezas de un rompecabezas, que los primeros disparos que vimos desde el tercer piso del edificio Chihuahua, cuando capturaban a los compañeros del Consejo, no fueron los únicos, que desde otros edificios también dispararon ráfagas de metralla, pero no sólo contra la multitud, también contra el ejército. Eso explica que el ejército entrara a la plaza disparando contra todo lo que se moviera. La intención era tener la ‘coartada’ de que el ejército disparó repeliendo una agresión de civiles armados. Esos civiles armados eran los del guante blanco, pero la versión oficial diría que fuimos los estudiantes. Los del guante blanco ahí mismo se identificaron como ‘Batallón Olimpia’, pues, de acuerdo al testimonio de los compañeros que fueron detenidos en el edificio Chihuahua, cuando el tiroteo se intensificó, gritaban:

-“¡No disparen, aquí Batallón Olimpia!”

Días antes, los directivos del Comité Olímpico habían declarado que tenían garantizada la seguridad de las instalaciones olímpicas pues se contaría con la vigilancia del “Batallón Olimpia”, integrado por elementos del Estado Mayor Presidencial, es decir, eran militares.

¿Quién ideó semejante plan? Elementos del ejército disparan contra la tropa para tener el pretexto de desatar una masacre contra la población civil que se ha insubordinado contra el poder. ¿Qué estrategia militar es esa? ¿Es la contrainsurgencia? Los del poder son capaces de cualquier cosa para eliminar a quienes consideran un peligro. Eso no es un nuevo invento de la Escuela de las Américas. Nerón mandó incendiar Roma para tener el pretexto de perseguir a los cristianos. Hitler mandó incendiar el Reichstag para tener el pretexto para proscribir a los comunistas. ¿Por qué no se iban a atrever los priístas (Díaz Ordaz, Echeverría, García Barragán, cualquiera de ellos o todos ellos en contubernio) de desatar una masacre para aplastar un movimiento que ensombrecía el esplendor olímpico en puerta?

El ambiente húmedo de la tarde lluviosa en una nube espesa de humo de pólvora. Las puertas y ventanas de los departamentos se cerraron. Algunas se abrieron brevemente ofreciendo refugio a los despavoridos estudiantes, vecinos, mujeres, viejos, jóvenes, niños…  

Sudor, lágrimas, desesperación, terror, rabia, dolor, miedo, la boca reseca, la voz enronquecida, el escalofrío que aturde, el olor de la sangre y la pólvora, los gritos, los sollozos, todo se agolpa en la mente, en los sentidos. Buscas un refugio, una salida posible. Conoces la zona. ¿Cuántas veces la caminaste rumbo al jardín de Santiago con las amigas y amigos de la Prevo…?

Quienes buscaron refugio en la iglesia la encontraron cerrada… Ni en la guerra se niega ese refugio a la población civil. ¿Por qué cerró sus puertas el templo? ¿Por qué nos negó su amparo? Después cuestionaríamos: ¿por qué entonces sí se permitió que francotiradores del Batallón Olimpia utilizaran el techo de la iglesia como uno de los puntos en que se parapetaron para hacer fuego durante la masacre?

Algunos trataron de protegerse entre las ruinas prehispánicas, otros corrían hacia el interior de la unidad habitacional. Otros buscaban salir de la unidad habitacional, antes de que el cerco se cerrara totalmente. Por suerte, apenas logramos pasar junto al edificio Chihuahua y cruzar corriendo el estacionamiento que está a un lado del Jardín de Santiago Tlatelolco. Cada quién buscaba dónde refugiarse. Algunos encontraron refugio en departamentos de la unidad, otros buscábamos salir de ella. El traqueteo de la metralla era ensordecedor.

Cuerpos ensangrentados en el suelo. ¿Heridos, muertos? Agazapados entre los autos estacionados. Zapatos por todas partes, perdidos en la carrera.

Los compañeros que encontraron refugio en los edificios de la unidad habitacional, quedarían atrapados ahí, no podrían salir mientras durara la balacera, después era previsible que el ejército y la policía catearan departamento por departamento para aprehender a los estudiantes que escaparon a las balas. Los refugios se convertían en prisiones involuntarias o trampas mortales.

Crucé corriendo la avenida Nonoalco. ¡Logré salir de la unidad! Me metí entre las calles de la colonia Guerrero. Llegué a Santa María la Redonda, a dos calles de la esquina con Nonoalco. Ahí había un numeroso grupo de personas, vecinos atónitos, tratando de saber qué estaba pasando.

Entre la gente escuché que algunos gritaban:

-“¡Están masacrando a los estudiantes!”,

-“¡El ejército está matando a nuestros compañeros!”,

-“¡Gobierno asesino!”

Eran estudiantes que, como yo, habían logrado escapar del cerco militar. Y con esos gritos denunciaban ante la gente expectante lo que estaba pasando. Entonces me acerqué. No los conocía, pero nos identificamos, nos reconocimos como compañeros del movimiento y comenzamos a juntarnos.

-“¡Hay que hacer algo!”- gritó uno.

-“Pero, ¿qué podemos hacer?”-, preguntó otro.

La respuesta vino de otros que propusieron:

-“¡Vamos a parar tranvías, trolebuses, camiones…, vamos a quemarlos!”

-“¡Sí, eso ayudaría a que no se concentre toda la fuerza  del ejército en la plaza…” -, argumentó otro.

Recordé que esa fue una táctica utilizada en los primeros días del movimiento, cuando los granaderos atacaron el Barrio Universitario: se habían atravesado camiones y tranvías en las bocacalles y se les prendía fuego cuando los granaderos embestían, para detener su avance y desde atrás de la barricada en llamas, se les repelía a pedradas. También esa táctica sirvió durante la defensa del Casco, antes de que lo tomara el ejército.

En ese momento la táctica sería al revés: incendiar tranvías o trolebuses para atraer a los cuerpos represivos, creyendo que eso los distraería de la matanza que estaban ejecutando en la Plaza, creíamos que así, distrayendo a una parte de la fuerza represiva, bajaría la presión en la Plaza, que sería como abrir válvulas de escape. Parecía una idea genial, casi como de guerrilla urbana. Era una forma, creímos, de aplicar el “crear dos, tres, muchos Vietnam…” guevarista.

No recuerdo cuántos tranvías logramos parar ni cuántos alcanzaron a arder, pero sí recuerdo que no funcionó. Nadie intentó detenernos, ni una patrulla, ni un policía de crucero: toda la fuerza represiva estaba concentrada en Tlatelolco. Bueno, así pasó con el grupo al que me uní, en la colonia Guerrero, pero otros grupos que se formaron para hacer algo similar en Peralvillo, en Garibaldi, por la Raza  o Santa María la Ribera, fueron dispersados a tiros por la policía.

Pero si para nosotros estas acciones parecían haber tenido poca efectividad, la prensa las explotó de manera amarillista, las magnificó, publicando fotografías de los esqueletos de los tranvías incendiados, señalando que esto era obra de “terroristas”“agitadores profesionales”, con el fin único de “sembrar el caos y alterar el orden”, etc.

Quizá ahora resulte absurdo pensar que prendiendo fuego a unos tranvías, a unas calles de distancia de donde se estaba perpetrando la masacre, pudiéramos distraer al ejército de la ejecución de un plan ordenado por los criminales que entonces detentaban el poder, pero en esos momentos era mucha nuestra rabia, nuestro coraje y la impotencia ante lo que estaba ocurriendo. ¿Qué otra cosa podíamos hacer en esos momentos? ¿Sentarnos a llorar? ¡Llorando estábamos! ¡Una mezcla de rabia, dolor, tristeza, desesperación, con el pecho a punto de estallar…! ¡Al ritmo del tableteo de la metralla latía mi corazón…!

A las 11 de la noche seguían escuchándose disparos en la Plaza de las Tres Culturas.

Nos dispersamos, descorazonados, agotados, exhaustos, frustrados. Abatido me fui caminando a mi casa. Ya era muy noche, lloviznaba aún. Aunque hacía frío yo sudaba. No estaba lejos de  mi casa. Llegué, toqué y cuando me abrieron la puerta, me recibieron como nunca antes ni después sería recibido en ninguna parte por nadie. Ya no me esperaban. Ya me daban por muerto… Mi madre, mis hermanas, incluso mi padre, me abrazaron fuerte, lloraban, había consternación y furia por lo que estaba ocurriendo.

Con voz temblorosa, entre sollozos, platiqué lo que  viví, lo que presencié, lo que sentí. Omití lo de la quema de tranvías.

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