martes, 1 de julio de 2014

Día Internacional Contra la Tortura (2014)

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Día Internacional Contra la Tortura (2014)


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Este 26 de junio sería interesante recordar lo que mencionó Antonio Cerezo (sobreviviente de tortura) hace ya 10 años: “donde hay tortura no hay democracia, donde existe la verdadera democracia para todo el pueblo, no debe y no puede haber tortura”; que esto nos sirva para preguntarnos ¿en qué clase de democracia vivimos?
El 26 de junio de 1987 se firmó el Convenio de Naciones Unidas contra la tortura y otros tratos o penas crueles, inhumanos o degradantes; desde ese día se ha celebrado el 26 de junio como el Día Contra la Tortura.
En dicho Convenio se define esta violación a los derechos humanos de la siguiente manera:
[...] se entenderá por el término "tortura" todo acto por el cual se inflija intencionadamente a una persona dolores o sufrimientos graves, ya sean físicos o mentales, con el fin de obtener de ella o de un tercero información o una confesión, de castigarla por un acto que haya cometido, o se sospeche que ha cometido, o de intimidar o coaccionar a esa persona o a otras, o por cualquier razón basada en cualquier tipo de discriminación, cuando dichos dolores o sufrimientos sean infligidos por un funcionario público u otra persona en el ejercicio de funciones públicas, a instigación suya, o con su consentimiento o aquiescencia.
Como muchos otros “célebres días” el 26 de junio y sus implicaciones pasan desapercibidos para el grueso de la población e incluso para las mismas organizaciones defensoras de derechos humanos. Por el contrario, este día debería servir para reflexionar acerca de las implicaciones que tiene en la sociedad el uso de la tortura y más en un momento como el que está pasando México cuando Juan Méndez (Relator Especial de la ONU sobre la tortura y otros tratos o penas crueles, inhumanos o degradantes) dijo que nuestro país atraviesa una situación “generalizada”de tortura la cual se da en las etapas “inmediatamente posteriores” a la detención y antes de que las personas que están sufriendo estas violaciones a derechos humanos sean presentadas ante un juez.
Juan Méndez mencionó que las denuncias por tortura se dan en “contra de todas las corporaciones civiles o militares involucradas en detenciones” además que los maltratos se utilizan de manera “habitual en los arrestos”; a esto agregó su preocupación por la lógica de militarización en ciertas zonas del país donde se ha replegado al ejército pero se continúa con la participación de mandos militares en corporaciones civiles.
Lo dicho por Juan Méndez también debe ser leído en un contexto donde las víctimas de violaciones a derechos humanos son revictimizadas y, en muchos casos, torturadas e incluso ejecutadas como el caso de Sandra Luz, una madre que buscaba a su hijo quien fue detenido desaparecido por personas armadas quienes irrumpieron en su casa.
Además, el aumento desmedido de desapariciones forzadas o involuntarias donde el Estado juega con las cifras como si se tratara únicamente de números y no de seres humanos con familias y seres queridos. En muchos casos, este tipo de estrategias por parte de servidores públicos también podrían ser consideradas tortura pues afectan la vida psíquica de los familiares y gente cercana a las víctimas.
La profusión de operativos donde se detiene de “manera aleatoria”, la continuidad de la estrategia de militarización del país, los nuevos mecanismos de contención de la protesta social... y un enorme número de consideraciones más donde los derechos humanos se intentan limitar (en contra de la propia naturaleza de estos) son un caldo de cultivo bastante generoso para quienes buscan ejercer la tortura.
Si bien el pueblo y las organizaciones defensoras de derechos humanos han logrado presionar a las autoridades para generar leyes que condenen este tipo de actos en muchos casos son letra muerta o simplemente los procesos se hacen tan engorrosos que las propias víctimas deciden abandonar.
¿Qué pasos debemos seguir como sociedad para erradicar este tipo de prácticas que no hacen más que dejar al descubierto la falta de voluntad política de las autoridades e incluso el uso favorecedor para ellas de la tortura?
Este 26 de junio sería interesante recordar lo que mencionó Antonio Cerezo (sobreviviente de tortura) hace ya 10 años: “donde hay tortura no hay democracia, donde existe la verdadera democracia para todo el pueblo, no debe y no puede haber tortura”; que esto nos sirva para preguntarnos ¿en qué clase de democracia vivimos?
Solo esperamos que dentro de 10 años no tengamos que volver a hacer la misma pregunta...
26 de Junio, nada que celebrar...

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